Otra puta que despues fue santa...

- Vos te llamás Eva por Evita, la abanderada de los humildes.
- Aha.
- Todos decían que era una puta, pero cuando murió la lloraban como a una santa.
- Una puta que fue santa.
- Han habido otras. Lo importante acá, lo que quiero, es que aprendas la historia de nuestro país, para que entiendas la de nuestra familia. Eva fue la esposa de Perón. Nosotros somos peronistas, todos los Morales lo somos.
- Aha ¿puedo ir a jugar?
- Pero Evita, te estoy contando...

Me escapé, lo dejé hablando solo. Todos le hacían eso al abuelo. Fuí a la pieza de mamá, busqué los zapatos que tenía para las fiestas y un vestido "de cuando era jovencita". Era un bonito vestido, con flores grandes y breteles finitos, pero era muy modesto. Mientras me lo probaba frente al espejo e imitaba a Grecia Colmenares soñaba con tener millones de vestidos lujosos, como los de Susana Gimenez. Susana era mi ídola, la admiraba porque era "hermosa y humilde", así decía mi tía Roxana.

- Algún día voy a ser como ella, voy a ser famosa. Lo primero que voy a hacer es comprarle una casa a mi mamá.

Todos se reian cuando escuchaban esto, y yo me empeñaba en repetirlo seguido. Solo yo sabía que era verdad, que iba a ser más famosa que "la Colmenares" y un poco menos que "la Susana".

De confirmaciones no confirmadas

Mamá encontró un colegio privado pero laico que alentaba la lecto-escritura de sus alumnos. Allí terminé la primaria e hice la secundaria. Amé ese lugar, las celadoras insultaban como papá, las profesoras fumaban como mamá y los alumnos, mis compañeros, eran despreocupados y rebeldes. Atrás quedaron las monjas frígidas y los compañeritos obejitas de rebaño. Ya no tuve la necesidad de resaltar, me sentía cómoda, estaba en un lugar donde enseñaban sin hipocresías.

Cuando estaba en tercer año a mi madrecita se le ocurrió que hiciera la confirmación. Papá se negó, era obvio que no había fé que confirmar, y yo accedí a tomar el cursillo. Algunas de mis compañeras iban a hacerlo y quería compartir esa experiencia con ellas. A demás extrañaba discutir por religión y que los feligreses me odiaran por ello, y quería complacer a mamá en algo.

El problema se presentó el mismísimo día en que tenía que tomar el sacramento.

- Mamá no voy a ir.
- ¿Estás loca?
- No mami, no quiero. Ya sabes... no empecemos.
- ¡Pero Magui!
- No me llamo Magui.
- Magadalena, vas a ir y se acabó

Me vestí de mala gana y fuimos a la iglesia. Ví a mis compañeras reunidas y me acerqué. Me explicaron que teníamos que entrar por los laterales y sentarnos en las primeras filas. Cumplí las indicaciones. Casi todas, porque cuando estaba a punto de apoyar un pie en las baldosas de la iglesia algo me ordenó: "Salí corriendo". No miré para atras para ver si alguien me seguía, simplemente corrí. Corrí mucho, hasta que escuché un colectivo frenando justo al lado mio. Lo tomé.

Balance: Magdalena no hizo la confirmación, papá orgulloso, mamá alteradísima, turno para que la nena vaya a la psicóloga, urgente.

De tal palo...

- Magdalena no va mas a ese intento de colegio. Mañana vas y pedís el pase. Antes de que te lo den ellas. ¡Monjas de mierda, frígidas de mierda!.

Papá era agnóstico, pero amaba mucho a mi madre y por eso había aceptado su capricho de bautizarme y hacerme hacer la primera comunión. Sin embargo, las cosas no eran tan sencillas, don Carlos Estévez era un hombre demasiado inteligente como para “hacer de cuenta que” y así salirse con la suya.
Recuerdo cuando llegó con el libro misterioso. Hasta ese momento me dejaban leer autores como Horacio Quiroga, o Antoine de Saint Exupery, que papá llegara con un libro prohibido era atrayente. Por eso lo tuve que robar, dejé pasar un tiempo prudencial para que se olvidaran de que ese montón de papeles estaba en casa y lo robé de la biblioteca. No tuve tiempo ni siquiera de leer el título o el autor. Simplemente lo tomé, lo guardé entre el sweater que llevaba y salí como si nada.
Era un libro de Feuerbach, hablaba del hombre y de dios, decía que el hombre había creado a dios.
Unos años más tarde papá me confesó que todo había sido una trampa. “Era para abrirte la cabeza” me dijo “sabía que no te ibas a aguantar las ganas de leerlo, sos mi hija”. Así de listo era mi padre.

Antes de irme a dormir pasé por el estudio de papá.

- ¿Papi te puedo pedir algo?
- Si bonita, claro.
- Quiero ir a un colegio con Jumper.

Sólo dos cosas me gustaban del “Inmaculada”: el Jumper gris que usábamos de uniforme y Gonzalito. Lo demás era pura basura.

Nena diabólica

- ¿Alguien tiene una pregunta?

Tenía mi mano arriba hacía rato, mucho antes de que la monja terminara de hablar.

- ¿Alguna pregunta, a parte de Magui, alguien más?- la Sor tenía la ilusión de escaparse, pobre - bueno Magui, a ver, te escucho.

- Primero hermana Raquel, mi nombre no es Magui, es Magdalena, como la prostituta que después fue santa- Admito que era una nena insoportable -mi pregunta es...- tomé aire, como lo hacen quienes van a pronunciar algo trascendentalmente importante, algo revelador, miré a mis compañeritos y continué - ¿Porqué los milagros no se dan ahora? o sea, en la tele salen nenes panzones que se estan muriendo de hambre ¿Porqué dios, o Jesús o quien tenga que hacerlo no multiplica el pan en África?

- Andá a la dirección Magui, esperame en la oficina de Sor Juana.

Sonreí, había cumplido mi cometido. A costa de mi cuarto llamado de atención y una invitación para que al otro día mis padres visitaran el flamante despacho de Sor Juana.


- La llamé porque Magdalena hace cuestionamientos indebidos en la hora de "Formación Cristiana". La hermana Raquel está muy preocupada.

- ¿A qué se refiere con "cuestionamientos indebidos"? ¿Mi hija ha sido irrespetuosa con alguien?

- Bueno, no, a ver... Es que Magdalena negó la existencia de la santísima trinidad; aseguró que María no era virgen, sino jóven, que se trataba de un error de traducción; dijo frente al padre Enrique que Jesús había sido un hombre corriente con un talento especial para la política.

-¿Cómo?- Mi madre simuló estar anonadada.

- ¡Ha visto! Cuando se le preguntó porqué decía eso contestó que lo había visto en un documental del Discovery Channel.

- Entiendame señora, esta es una escuela religiosa...

- Si, si, yo la entiendo.

- Lo mejor va a ser que se cambie de colegio. Sugiero uno laico asi se ahorra problemas.

- ¡Si mami, cambiame! no soporto más a estas monjas-

Esto último lo dije desde el banquillo de acusados, por decir algo nada más. Si mamá hubiera tenido un arma en ese momento me hubiera pegado un tiro entre los ojos. Pero no, sólo me clavó la mirada, eso bastó para que me callara la boca.

- Hermana Juana, lo que pasa es que mi hija lee demasiado, y mira demasiada televisión. Usted ha visto los chicos de ahora como son...- Mami buscaba una tregua, la monja no se la dió.

- Entonces va a tener que controlar las lecturas de su hija y los programas que mira. La señora Maldonado, la mamá de Gonzalito, llamó indignada porque su hijo había comentado durante la cena que es celibato era un costumbre antinatural. Comprenda, esta es una escuela religiosa que conduce a los niños por el camino de la fé cristiana. No se ofenda, pero su hija no cree en dios, y no hay forma de que lo llegue a hacer.

- No se aflija, no me ofende- mi madre siempre digna - Esta noche hablo con mi esposo para que empecemos a buscar colegios. Hasta luego hermana Sor Rita.

Me sentí orgullosa de ella, no pidió perdón ni me regañó, y al final la cagó a la monja con una inocente confusión. Sin embargo yo sabía que mamá sufría por dentro, que le dolían mis rebeldías.